Quiero escribir por placer

Con el tiempo dejas de hacer cosas por placer y pasas a hacerlas por obligación. Y la magia desaparece.

En 2004 inicié un blog de reflexiones personales. Por aquél entonces Internet era muy diferente. Éramos pocos; había menos ojos escrutándonos y eran más benevolentes, así que escribía cosas frikis para mis amigos frikis, con poco filtro. Duró bastantes años y me permitió conocer a gente interesante, pero lo acabé borrando de la faz de la tierra porque, en perspectiva, daba un poco de vergüenza. Sin embargo, no me arrepiento de nada. Si lo que escribiste cuando estabas en la universidad no te da vergüenza es que no has sido feliz.

Y es que recientemente me di cuenta de que cada vez soy menos libre. Conforme pasa el tiempo acumulas responsabilidades, tus acciones tienen más impacto y el riesgo de liarla parda se dispara. Dejas de ser estudiante y pasas a ser empleado, así que borras el Facebook y las fotos de borracheras. Montas una empresa, así que limpias tu Twitter y cambias tu web personal para hacerla más profesional. Escribes un tuit y lo ven cincuenta millones de personas. Vértigo. 

Mucha gente afirma que les da igual lo que piensen los demás, pero sólo los psicópatas se lo creen. En el mundo real es evidente que importa, no sólo eso, lo que piensen los demás de ti puede arruinarte la vida a menos que tengas fuck you money. Así que te ves obligado a morderte la lengua, a escoger cada palabra, a escribir comentarios para después borrarlos antes de darle a "Enviar". Te vuelves gris. 

O peor. Te conviertes en un robot. Aprendes a escribir ya no para ti, ni para tu audiencia, sino para Google. Necesitas posicionar. Vivimos en la época donde todo debe de estar ultra optimizado para SEM y audiencias y crecimiento y palabras clave. Este es el motivo por el que en los últimos años navegar por internet produce una sensación de déjà vu constante. No es una sensación. Todo el mundo está fusilando el mismo manual, porque es el que funciona. Nuestros overlords modernos nos han revelado Los Diez Mandamientos, y vienen escritos no en tablilla sino en JavaScript.

Lee mi hilo donde te doy los siete consejos de productividad que enseñan en los MBA de Harvard; el quinto te sorprenderá. Si no se hace viral lo vuelvo a publicar dentro de un mes y mientras tanto preparo un refrito con el Top 10 de Reddit para hacerme el interesante. Internet es un corrillo de cuatro páginas donde los usuarios comparten capturas de pantalla de las otras tres.

Se habla mucho de los narcisistas instagrameros esclavos de los likes, pero poco de los esclavos de los algoritmos

Así me siento yo cuando escribo según qué contenido. Imagen generada por IA.

¿Cómo narices hemos llegado a esta situación?

Trescientos años antes de Cristo se libró una batalla ideológica encarnizada entre los epicúreos y los estoicos. Epicuro decía que la felicidad, y por tanto el sentido de la vida, estaba en el placer, y que participar en la vida pública y la sociedad era un impedimento para ello. Los estoicos le odiaban por hedonista, y opinaban que la verdadera naturaleza del hombre pasaba por la participación en sociedad y la virtud requería del control de las pasiones.

Lo que no supieron anticipar ni los estoicos ni los epicúreos es que dos mil cien años después aparecería un señor llamado Jeremy Bentham que tiró por tierra el placer y la virtud y dijo que la felicidad procedía de la utilidad. La cosa se acabó de ir al garete cuando dos científicos escoceses descubrieron que la felicidad no es espiritual sino química, que existen unas sustancias llamadas endorfinas y que los humanos somos capaces de generar dopamina mediante un sistema de recompensa. Utilitarismo + Endorfinas + Tecnología = Game Over.

Tiene guasa; tú entras en Twitter buscando hilos con mind hacks cuando resulta que los humanos nos hemos hackeado el cerebro pero de forma literal. El cristal mágico que llevamos en el bolsillo actúa como una tragaperras de dopamina. No culpabilices a la víctima: cuando le das a unos monos un botón que genera felicidad sería contranatura que no lo usaran.

Hoy digo basta.

Quiero dopamina de la buena, no de la mala. Dopamina de la que se genera cuando escribes sobre un tema que te deja buen cuerpo. Quiero escribir sin el corsé de la productividad y el posicionamiento. Quiero recuperar la mera satisfacción de convertir ideas en palabras, desarrollar conceptos, generar curiosidad, la belleza estética resultante de la prosa bien trabajada a fuego lento.

Quiero sentir ese cosquilleo en el cerebro cuando, al fin, se unen mágicamente varios conceptos que habitaban en espacios completamente separados de tu mente y pasan a ser uno solo. Ese cosquilleo cuando dos neuronas se unen y de nuestros labios, de forma inconsciente, se nos escapa un "¡hmmm!".

De mi blog de 2005 lo mejor, sin duda, era el eslógan: "Porque escribir es tan sólo una excusa para leer lo que te gusta". No sé si la frase es mía o la había leído por ahí, pero en Google no salen resultados, así que me la voy a adjudicar. Es mi manifiesto refundacional.

Quiero escribir para leer lo que me gusta.

Si te has sentido identificado, si tú también pasas demasiado tiempo hackeando tu día, si estás dispuesto a sacrificar cinco minutos de tu sesión de doomscrolling y los quieres invertir en leer lo que escribe otro tipo por el simple placer de leer, estás invitado.

Bienvenido.

Así espero estar mientras escribo esta newsletter. Imagen generada por IA

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Porque escribir es tan sólo una excusa para leer lo que te gusta

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CEO @op_price Profesor @la_UPC y @UICbarcelona Alumni @BSC_CNS Escribiendo un libro sobre IA. Divulgación y filosofía. Para otoño.