Una máquina nos va a enseñar lo que nos hace humanos
Estamos a punto de descifrar el misterio eterno. Por fin descubriremos qué nos hace humanos. Generaciones y generaciones de filósofos podrán zanjar sus discusiones al respecto. Irónicamente, la solución no llegará debatiendo de forma lógica entre las diferentes escuelas de pensamiento, sino de forma empírica.
¿¿Cómo??
Atiende, que esto es muy fuerte. Los humanos hemos descubierto cómo delegar gran parte de aquello que nos hace especiales a una máquina. Por lo tanto, por eliminación, lo que la máquina no pueda realizar será lo que nos hace humanos. QED.
Nueva victoria para el pragmatismo tecnológico: Silicon Valley 1 - Platón 0.
Por primera vez un ordenador es más inteligente que un humano
En este artículo verás en varias ocasiones a la herramienta ChatGPT en acción. El texto que responde a mi pregunta está generado dinámicamente por un programa de ordenador: ni es una persona ni un texto fusilado de la web.
Por primera vez en su historia la humanidad ha construido una herramienta que es más capaz que cualquier individuo adulto. Es un salto impresionante respecto a las anteriores. Google es un empollón, un lorito que repite y a veces resume páginas web escritas por humanos. GPT-3 es el sueño de la razón, capaz de generar textos muy sofisticados, también muy locos, a partir de un apunte.
ChatGPT se comporta como tú y como yo: escucha, entiende e intenta dar respuesta. Ni más ni menos. Que no es poco, eh. No traga y regurgita; disecciona, relaciona, a veces reflexiona, y también se equivoca. Intenta razonar sobre sí mismo, aunque sea con errores, intenta evitar herir nuestros sentimientos, y puede aprender nuevos conceptos sobre la marcha.
Si no se te eriza el vello de la espalda es que no entiendes las implicaciones de esta nueva tecnología. Y si crees que exagero, que no es para tanto, guarda este texto y tan sólo espera unos meses al próximo avance. Las fichas del dominó ya han empezado a caer.

Si le pides que sea perfecto es que has perdido la guerra
Te animo a que juegues con ChatGPT y hagas una concienzuda evaluación de sus respuestas. En tu pánico para no admitir que la máquina con la que chateas es superior a cualquier humano seguramente esgrimirás tres argumentos; ciertos, pero estériles a todos efectos.
Primero, que es como buscar en Google; el programa te está repitiendo lo que seres humanos han escrito en internet. Segundo, que encontrarás errores materiales en los textos. Y finalmente, si sabes cómo funcionan sus entrañas, defenderás que no entiende lo que hace, sino que está diciendo cosas que suenan bien juntas.
Enhorabuena, tu marco mental ha cambiado. Acabas de asumir la derrota. Estás pidiendo a una IA no sólo que sea más inteligente que un humano adulto, sino que sea perfecta, creativa, tome decisiones de forma más racional, y no aparente inteligencia sino que realmente sea inteligente. Sopesa con cuidado tu argumento o entrarás en una pendiente resbaladiza al final de la cual prohibirás votar a quien no apruebe un examen.
Qué pobre argumento es despreciar a ChatGPT porque no es Einstein, o Shakespeare, o Descartes. Amigo, deberías saber que la mayoría de los humanos precisamente nos resignamos a juntar ideas que hemos leído, a veces sin entenderlas completamente, porque creemos que suenan bien y así impresionaremos a los demás. No sé tú, pero descubrir que existe una IA que aparenta más inteligencia que la mía es turbación suficiente.
A partir de hoy debes asumir por defecto que estás interactuando con un robot
Ya jamás podrás dar por supuesto que estás chateando con una persona o que el contenido que estás consumiendo lo ha escrito un humano. Desde ya mismo debes de prepararte para un auténtico tsunami de contenido generado por IA. Textos, imágenes, y pronto vídeos y películas; muchos de pobre calidad y sin alma, pero que irán mejorando con el tiempo. Dentro de cincuenta años nos parecerá arcaico que las películas o libros que llamaremos clásicos se produjeran físicamente y que toda la audiencia disfrutara de la misma versión. El futuro del contenido, lo que leerás y verás, estará personalizado para ti.
Esto es un cambio de paradigma increíble y a la vez un reto muy estimulante. La única manera que tendrán los autores para sobrevivir será escribiendo ideas noveles que la IA no sea capaz de generar. ¿Cómo? Todavía no lo sé. Si te dedicas a escribir hilos de Twitter con 7 trucos de productividad para aprovechar mejor tu tiempo, que sepas que la IA se los sabe todos y acaba de convertir tu estrategia de content marketing prefabricada en una commodity.
Una de cal y otra de arena. Esta abundancia de contenido mediocre aumentará el mérito y el valor del contenido de calidad. Sea por ludismo, sea porque la IA sea incapaz de escribir con carácter y sentimiento, los humanos seguiremos buscando textos escritos por otros humanos. Tengo una cierta esperanza en que, a corto plazo, una IA no será capaz de emocionarte con un texto existencialista.
Es histórico: estás presenciando el inicio de la singularidad
Los académicos definen la singularidad como el momento en que una IA Fuerte es capaz de mejorarse a sí misma y que, por extensión, deja de ser necesario y posible el control humano. Emocionante a la vez que terrorífico, pero muy complejo técnicamente, y por ello aún estamos muy lejos de este punto. No sólo lo digo yo, el CEO de ChatGPT opina lo mismo.
Pero ChatGPT nos acaba de demostrar que no es necesario un Supermán, un ser mitológico invencible y autónomo, si tenemos a Batman, un humano que mejora su poder gracias a su tecnología. Pensábamos que sólo llegaríamos a ese punto de crecimiento exponencial a través de una IA que se mejore a sí misma, pero el pragmatismo ha desbancado a la teoría. El concepto IA Fuerte acaba de quedar desfasado. Es suficiente con una IA Débil pero suficientemente avanzada que, combinada con expertos humanos, consiga un factor multiplicador tecnológico.
La IA en 2022 ya es casi tan capaz de razonar como un humano, aunque sea más de forma que de fondo. Así que debemos de empezar a establecer los mismos mecanismos de control y escrutinio que tendríamos al evaluar la opinión o trabajo de otro humano. Se equivoca mucho y no tiene por qué compartir nuestros valores, por lo tanto, nada de conectarla al botón rojo. Podemos consultarle su opinión, pero nunca darle poder sin supervisión. Cuando pienses en Terminator, piensa en el policía que dispara a ciudadanos desarmados; ambos escenarios deben de tratarse de forma idéntica.
Los humanos seguimos yendo un paso por delante
Los humanos llevamos tiempo soñando con una IA como ChatGPT. En el libro La Era del Diamante, de Neal Stephenson, se habla sobre una herramienta ficticia llamada el Manual Ilustrado para Jovencitas, una especie de libro electrónico con IA que se adapta a las necesidades del lector y es usado para educar a una niña.
Leí este libro cuando era adolescente y me fascinó; fue, sin duda, una influencia que me llevó a estudiar Inteligencia Artificial en la Universidad. Jamás pensé que vería algo parecido en mi vida, y de hecho había fantaseado con dedicar un tiempo a trabajar en ello cuando me jubilara. La IA será un gran compañero en la educación de las nuevas generaciones.
Y justo ahora pensaba que es una sensación curiosa descubrir que llegará antes el Manual que mi jubilación. Aunque, como contribuyente español, ¿qué no llegará antes que mi jubilación? Eso sí es mover la meta y no lo que hacen los críticos de la IA.
El lector sonríe frente a este chascarrillo, no sólo porque le ha hecho cierta gracia, sino porque sabe que este tipo de humor todavía queda lejos de las capacidades de una IA. Por tanto, concluye, el autor es humano.